Producir danza contemporánea en tiempos de pandemia es un acto de resistencia y de esperanza.
Todo parece estar en contra de nuestro deseo de seguir produciendo, pero no es cierto, la mayoría manifiesta una buena voluntad para que ocurra, lo cual no quiere decir que no haya preocupaciones o preguntas, miedos y cuestionamientos; pero puedo decirles que está ocurriendo lo mismo en todos los ámbitos laborales. El detalle es que producir danza contemporánea es un trabajo poco común en un país como México; así que cuando llegas con una propuesta así, la sorpresa es doble, pues nadie está acostumbrado a patrocinar y coproducir danza, mucho menos en medio de una pandemia. Pero esto no tiene nada que ver con que no haya quienes puedan o quieran apoyar nuestras propuestas, sumar aliados a tu proyecto tiene que ver con la construcción de relaciones de confianza previamente forjadas, la propuesta de proyectos seductores, pertinentes y arriesgados; sumado al ofrecimiento de un buen paquete de beneficios mutuos.
Les comparto que hasta el día de hoy hemos logrado 6 apoyos, colaboraciones y patrocinios directos para el proyecto "Te daré una buena noticia cada vez que respire" de Daina Ashbee, sin tener que aplicar a ninguna beca en menos de 4 meses. Y puedo decir que comenzar este proyecto internacional como cierre del año pasado, fue la mejor decisión que hemos tomado, pues nos inyectó de felicidad y logramos sostenernos en una metáfora que enuncia lo femenino como una de las fuerzas que nos harán sobrellevar esta pandemia, con el corazón puesto en el centro de nuestras inteligencias y de nuestro accionar.
La buena noticia es que la danza contemporánea sigue viva, pues desde nuestra habitación y nuestras pantallas le hemos dado oxigeno y permanencia.
Además, gracias a esta situación los coreógrafos mexicanos, como de otras partes del mundo, han desplazado sus inteligencias coreográficas a otras interfases y escenarios. Me vienen a la mente algunos ejemplos, como los proyectos virtuales en tiempo real de Claudia Lavista / Delfos, con sus bellas coreografías creadas para Zoom: Telempatías y Engram4. En la que 4 bailarines con sede en nueva York, bailaron con la música interpretada en vivo por alguien en otra ciudad de EUA, bajo las indicaciones escénicas de su directora en la Ciudad de México. Y lo mejor, para espectadores de varias partes del mundo; quienes además, pagaron su boleto.
Otro bello proyecto es el de Mauricio Nava, en el cual les pidió a los coreógrafos invitados crear una videodanza en dupla con un videoasta, a partir de los materiales guardados en su celular durante las 3888 horas de pandemia, que habían transcurrido hasta entonces en confinamiento.
Las plataformas virtuales como Voy al Teatro, la del Teatro Polivalente del CEART-SLP y la Sala Digital del Conjunto Santander fueron sustanciales para que la danza contemporánea tuviera presencia, desde la reposición y estreno de obras, hasta la realización de festivales y eventos como el CAMP_IN. Sugiero que seamos pacientes para que estas plataformas se consoliden y sean un flujo real de economía para quienes hacemos danza contemporánea.
Otro proyecto que emergió es la plataforma de streaming de Cultura UDG, para la cual existe un equipo curatorial conformado por Jaime Suárez, Claudia Herrera y un servidor. Proyecto que surgió por la necesidad de ofrecer espectáculos en video sin costo para la comunidad universitaria, así como para cualquier persona de México y el mundo. A través de esta plataforma logramos colaboraciones con instituciones, festivales y colegas de Corea, la India, España, Canadá y EUA, por mencionar algunos. Todavía esta semana, compartimos una obra maestra creada por Damien Jalet, Sidi Larbi Cherkaoui y Marina Abramovic, la cual aún puedes disfrutar hasta el 31 de enero, se trata de “Pelleas et Melisande”, un drama lírico de Debussy.
Como pueden ver, la buena noticia es que la danza contemporánea sigue viva, pues no ha parado, ni nada la podrá parar.
Eleno Guzmán Gutiérrez
Guadalajara, Jalisco | 25 de enero de 2021
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