Si vas a las librerias Ghandi, a la sección de negocios y temas empresariales, es probable que te encuentres un libro con este título: Nunca comas solo. Sin embargo, aunque no me referiré en absoluto a ese libro, no puedo negar que cuando leí el título en los estantes, pensé que nombraba de manera exacta una de las prácticas que considero más importantes en el accionar de un gestor cultural internacional, sobretodo bajo el marco de mercados escénicos y festivales, en los cuales la gente participa con el objetivo de hacer networking.
Recuerdo que en mi primera Tanzmesse, mi querido amigo y colega Sebastián García Ferro, director del BIDE me llevó a un restaurante alemán a unas cuadras de la expo donde ocurre el mercado. Aunque no tomo cerveza, pude ver que se trataba de un lugar clásico y acogedor, que nos permitió tener una rica conversación sobre la dinámica que se vive en dichos mercados, así como sobre nuestras vidas y proyectos.
Me viene a la mente una memorable caminata por un barrio de Yokohama en Japón, al lado de mis colegas Andras Siebold, Director del Sommerfestival de Kampnagel y Erna Omarsdottir, Directora de la Compañía Nacional de Danza de Islandia, que nos llevó hasta un pequeño restaurante en el que probamos el sabor original del sushi, así como otros extrañas combinaciones de arroz, mariscos y salsas con nombres extraños. Además de recordar los olores, me recuerdo feliz con tremenda compañía en el otro lado del mundo.
Aún están en mi memoria los edificios gigantes de Los Ángeles mientras caminaba rumbo a un restaurante mexicano con mi colega y amiga, Ana Cheng, Programadora de Danza del West Kowloon Cultural District de Hong Kong, bajo el marco del American Dance Recon. Me veo dándole mis críticas sobre el guacamole y los tacos que pedimos; aunque también recuerdo que no me dejó pagar, pues me dijo que una parte de su presupuesto otorgado por la institución para la que trabaja, estaba destinado a comidas de networking, lo cual me pareció un sueño.
Cómo olvidar la cena privada en un restaurante de comida italiana en Corea, que nos organizó el famoso Mr. Lee, Director del Seoul International Dance Festival, a Ángel Ancona y a mi, durante nuestra participación en el PAMS: Performing Arts Market in Seoul. Aún recuerdo que decidí tomarme la copa del vino blanco que nos ofrecieron, a pesar de que no tomo, para no parecer descortés ante su invitación.
Y están las cenas de rigor con aquellos colegas con quienes te encuentras una y otra vez, hasta forjar una amistad que se renueva en cada encuentro. Este es el caso de Juan Pablo López Otero, Director Artístico de la Bienal de Danza de Cali, Colombia; con quien me recuerdo comiendo en varias partes del mundo; siendo la más reciente, nuestra cena durante el último día del Festival Transameriques en Montreal. Otro de ellos es Jarmo Pentilla, Programador de Danza del Teatro Chaillot de París; a quien me encuentro en todos los mercados escénicos del mundo y con quien comimos unos ricos mariscos, Ireri Mugica y yo, bajo el marco del último ENARTES en Ciudad de México.
Podría decirles que con la mayoría de ellos he logrado forjar proyectos de colaboración, o bien, proyectos que aún siguen en proceso; pues un proyecto internacional de artes escénicas puede tomar de 3 hasta 5 años en concretarse. Así que si algo te recomiendo, es que comas sin prisas.
Así es cómo en la mesa, entre sabores del mundo e historias compartidas, se forjan las relaciones de confianza, profesionales y humanas, entre colegas programadores, promotores, agentes, gestores y artistas del mundo, las cuales poco a poco van derivando en acuerdos verbales, que después pasan al papel y toman realidad en giras, colaboraciones, coproducciones e intercambios escénicos internacionales.
Así que... bon apetit!!!
Eleno Guzmán Gutiérrez
Guadalajara, Jalisco | 2 de febrero de 2021
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