“El agua no se detiene a discutir con la piedra, sólo fluye y sigue su camino por un costado”.
Los cuatro elementos de la naturaleza han sido legendarios maestros para los seres humanos quizás desde el inicio de nuestra consciencia. Entre sus enseñanzas, la tierra nos ofrece cómo plantarnos con firmeza en la vida, el fuego a cómo morir y renacer como cambio constante, el aire a afrontar con liviandad la vida, y el agua a adaptarnos y fluir ante las adversidades.
Diversas culturas y prácticas de movimiento han encontrado su base en estos elementos, y la semana pasada la coreógrafa y bailarina mexicana Yansi Méndez nos regaló cinco días intensivos de taller, en donde nos compartió el material de su investigación personal respecto al movimiento líquido que, por supuesto, abraza al agua.
¿Qué tan complejo es ser como el agua? Y moverse así, tan líquidamente desde las rodillas, la columna vertebral, los hombros o las cervicales, deconstruyendo la necesidad de relacionar el movimiento del agua con una cualidad tranquila, y permitiéndonos ser tsunamis, arroyos o corrientes. Ser tan exquisitos como un mar, tan inmensos como una gota, tan finos como una tormenta o tan poderosos como una brisa.
¿Qué tan complejo es ser como el agua? Mucho. Aquella pregunta tan humana me impedía mantenerme humilde en los primeros contactos con Ella. Me di cuenta que quizás, como seres humanos, nuestra tendencia a encontrarnos por primera vez ante algún reto o adversidad es a comportarnos todo lo contrario al agua. Y si trabajar con el cuerpo significa trabajar con la mente, entonces aprender a moverse líquidamente resulta algo tan poderoso para vivirnos día a día, pues trasciende de una simple manera de moverse en clase a cómo movernos en la vida.
Y así, en lugar de preguntarnos qué tan complejo es ser como el agua, hoy te regalo otra pregunta que a mí me regaló el taller de Yansi: ¿cómo se movería el agua? Para cualquier premisa, detonante, problema o conflicto de la vida.
Gracias Yansi, por abrir un espacio en dónde vernos y sentirnos desde otras trincheras que trascienden más allá de una simple invitación: a movernos líquidamente.
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